sábado, 13 de junio de 2009

Tendemos a vivir un mundo de certidumbre, de solidez perceptual indisputada, donde nuestras convicciones prueban que las cosas solo son de la manera que las vemos, y que lo que nos parece cierto no puede tener otra alternativa. Es nuestra situación cotidiana, nuestra condición cultural, nuestro modo corriente de ser humanos.

Pues bien, todo este libro puede ser visto como una invitación a suspender nuestro hábito de caer en la tentación de la certidumbre.

HUMBERTO MATURANA
FRANCISCO VARELA





ENERGÍA LIBRE

Le alcanzó en calidad y en cantidad la Luz auténtica y concluyó su propia subida y su propia transformación en el camino de la ascensión.

Le resultó duro resolver las fuertes situaciones de los conflictos, pero se constantemente hizo presente en su espíritu. E, incluso, por aquel tiempo, asistió a una proyección de Sleep.

Permitió que la Energía le inundara, eliminó los enlaces que todavía le ataban a su cuerpo material, puso en duda algunas verdades fundamentales y asumió como pequeña revelación cada entendimiento de algo.

Tapó los hormigueros cuando en el mundo proliferaron las ranas, los corderos y se generalizó el ataque a los genes.

Eso es todo. Oyó lo que necesitaba oír.






LA NUEVA CASA

Cuando compró aquella casa, allí vivía una mujer. Cubría su cabeza con un pañuelo negro y, por su aspecto, podía tener unos ochenta años. Vestía blusa, falda, medias y zapatillas negras.

Él no la conocía, pero tampoco le molestaba. Únicamente oía en la cocina mover platos, ollas, cazos y sartenes durante la madrugada. Así, que, poco a poco, se acostumbró a ello.

Pero un día, cuando ya casi llevaba un año en la casa, él le preguntó que si quería algo. Ella le respondió que sí, que estaba penando por sus hijos, uno que pasó toda su vida en una silla de ruedas con una enfermedad grave, otro que se ahorcó depresivo, otro que murió en una apuesta a ver quién bebía más güisqui y el único que quedaba vivo se había disparado con la escopeta inutilizándose un brazo y estaba denunciado por robos. Y terminó por pedirle que le ofrecieran una misa.

Él, sin calcular el coste biológico, habló con el hijo, trató con el cura, asistió a la misa y la mujer se fue.







APOCATÁSTASIS

Le parecen desastrosos y terribles los acontecimientos que vive y usa el ojo del Amor para ver.

Está en la última etapa de su existencia en la materia, en el último paso de su experimento en la encarnación. Ya sabe que su aura está cerrada por un grueso anillo infrarrojo.

En abandono al Ser se ha remodelado, se ha redefinido y se ha reafirmado hasta el punto que cuando va caminando le acompañar culebras y gorriones engarzados a su personalidad como puntos esenciales de una nueva genética.

Pero hay quien dice que el diablo le atinó con una pedrada en mitad de la frente durante la niñez y que desde entonces le viene el atontamiento.






GAIA SIN CIRUJÍA

Dedicó su tiempo a decir no a la grasa y a exhibirse en el mercado de la carne gritando afectadamente “¡Mira qué piernas tan inocentes!” mientras se aceleraban impensables reacciones en su ADN basura.

Conoció el extremo de lo que La Tierra y el Sistema Solar pueden aguantar y apoyar, esos códigos de la vida que definen en el mismo valor a la imaginación y a la memoria.

No juzgó ni condenó la nueva tecnología para luchar contra las grasas resistentes, tonificar y remodelar los cuerpos como nunca porque era consciente de que el cerebro humano es un desastre fruto de su evolución desde el patrón del miedo.

Se elevó a otra dimensión con fama de necedad presumida.






LIBERACIÓN

Durante años se mantuvo de pie, sobre una columna, edificando a todas y a todos.

Hizo fortuna publicitando la revolución para adelgazar y besando en público los pies que le pisaban.

Dio lechuga al conejo, experimentó el láser de Alejandrita a unos precios increíbles por sesión y se esculpió de la cabeza a los pies con aparatología de última generación en una clínica de moda.

Cuando, sin salir de su asombro, comenzó a darse cuenta de que no se daba cuenta de lo que decía, bajó de la columna, le dio una patada al tierno cordero, nunca más expuso una opinión y se dedicó a beber güisqui y a bailar, como millones de personas viviendo la vida, inconsciente.






NUEVO MENSAJE

Permaneció en la Luz. Alumbró a la Luz la densidad de su cuerpo. Asistió a quien buscaba Luz. Sabía cómo beneficiarse de la energía del sol.

Supo que no existe nadie con el convencimiento de que lo va a pasar mal como resultado directo de una exhaustiva investigación científica y clínica.

Poco después de quedarse solo en la cocina, preparando los macarrones, y de quemarse con el asa de la cazuela, su féretro cruzó el desierto sin comprender la maldición de lo tuyo y lo mío, convertido en prisión para su mente.






EL BESO

Aún yacía acostada. No había hecho nada más que despertar cuando vio, entre el armario y el comodín, una luz muy blanca, muy brillante, de enorme claridad, y sintió cómo alguien le besaba la cara.

Estaba segura de que había sido su padre, muerto veinte años antes en un accidente de tráfico. Tal vez porque todavía tenía esa sensación, esa falta, de no haber podido despedirse de él, pensó.

La luz había cesado, pero en su lugar un hombre corpulento, alto, barburdo, de pelo largo y vestido con túnica, estaba sentado y su padre descansaba, en el suelo, recostado sobre sus piernas.

Como era verano y tenía la ventana medio abierta, entró una ráfaga de viento.






OTRA RECOMENDACIÓN

Mantiene su mirada en el cielo observando las formas y colores iridiscentes, brillantes como los cromosomas del arco iris.

Baila sin parar con la tecnología más moderna al mejor precio y se va lejos del lugar donde los fenómenos luminosos tienden a ser permanentes.

Aguanta hasta fin de mes sin descargar granizo sobre quienes viven en un mundo que les ha sido puesto delante de los ojos para ocultarles la realidad, pero entre el vecindario hay quien no comprende que el cuerpo no puede vivir sin la mente.






EL BESO

Ella, aquella mañana, como casi todos los días, se quedó despierta en la cama. Le gustaba tomar conciencia de su ser y del nuevo día allí, arropada, sin tensión ni preocupaciones.

Como cada mañana, recordó a su marido. Habían vivido tan unidos durante tantos años de convivencia que incluso muchas veces hablaron de la muerte y de la posible existencia después del cuerpo. Siempre estuvieron muy enamorados.

Incluso, un día, durante una de aquellas transcendentales conversaciones, ella le dijo:

- Tesoro, si mueres antes que yo y descubres algo, por favor, házmelo saber.

Hacía seis años que él murió, pero, esa mañana, absorta en los dulces recuerdos, notó en sus labios el beso de su marido, a la vez que le invadía una dicha absoluta.

Palpaba la presencia de su marido allí, con ella, cuando se levantó, cuando se apoyó junto a la chimenea, cuando, sonriente, observó el semicírculo de la ventana, cuando buscó con la mirada el órgano eléctrico, guardado dentro de la ventana, que a él tanto le gustaba tocar. Su marido estaba allí, como siempre, con ella, en esa intensa oleada de paz y tranquilidad que la reconfortaron en su interior.

Ella, feliz, inundada de optimismo, supo que los dos habían tenido razón cuando conversaban sobre el más allá; interpretó que su marido había llegado para decirle que sí había algo después de la vida física y desde ese mismo momento sintió su propia muerte con una pasmosa tranquilidad, con una confianza impensable hasta entonces.

Ya en la cocina-comedor conectó la televisión y contemplando a través de las cristaleras los juegos de luces y sombras sobre las plantas del jardín, entendió que ya no tenía dudas. Comenzó a preparar el desayuno. Al amor y el cariño de aquel beso se sintió liberada de aquella pertinaz preocupación que le quedó por no estar al lado de su marido cuando murió.

Después del primer sorbo de té mantuvo el vaso entre las manos para calentárselas, abrió el periódico, pasó la vista por algunas de las noticias más resaltadas y se quedó helada cuando leyó “doce de agosto”, la fecha del nacimiento de su marido.

A él siempre le ilusionó celebrar los cumpleaños.






CRISIS DE IDENTIDAD

Progresivamente supo quién realmente era.

Se sacrificó, siendo luz, para conocer la oscuridad, pero concluyó su misión con un cuerpo y una cara impecables en gregaria identificación perfecta.

Nunca levantó una madera con intención de garrote, estuvo siempre al tanto de las últimas tecnologías y profetizó la depilación médica láser al alcance de todas y de todos.

Murió en olor de santidad. Aunque otras investigaciones achacan su muerte a la simple estrategia del acoplamiento, a la lucha social por la reproducción.






VIDA, MUERTE Y LUZ

Nació, de una música que nadie jamás logró tocar, para gozar del residuo tóxico de las plantas.

Vivió desertificando su conciencia sin existir para nadie, ni para sí, irrepetible.

Consumió violencia visual, se acostumbró al abrazo tipo Reader’s Digest, suavizó arrugas y líneas de expresión, aumentó la firmeza de rostro y cuello y sufrió en sus propias carnes la doble lengua de su mente.

Murió flipándose los cambios de velocidad en los archivos que se bajaba del emule cuando comprendió esa cadena de dolor que se transmite por el sexo y con esa desagradable sensación de no saber si soñaba o si aquello era real.






DESAPARICIÓN

Nació feliz sabiendo que lo único que tenía que hacer era aceptar esa energía que llega.

Pasó su infancia, maravillosa, entre grandes tensiones, cambiando, por ciclos, inocentemente de opinión.

Arriesgada y mágica, en su adolescencia escribió con timidez. Luego se casó, entró en pánico, criticó y juzgó.

Trabajó sin descanso para pagar el piso, el coche y los intereses del banco, viajando a 240 kilómetros por segundo a través del universo.

Dicen que amó, que bebió y bailó más que nadie, que trabajó extra para comprar una casa fin de semana y que gritó “¡Volveré mierda, volveré!” justo antes de morir.






PAISAJE CON PEAJE

Prefiere escribir mirando hacia adelante en el túnel que nunca acaba. Ve la luz al fondo pero no llega, a pesar de que correr es su única opción, lo que hace cuando no mira por su interior ventana soleada.

¿Le gusta vivir en esta cueva de larga chimenea para que escape su mal humor? ¿Qué le ocurre? ¿Por qué cierra la ventana?

En desacuerdo con la mayoría, piensa que escribir es deshacer la jaula, partir las varillas, descomponer la estructura a fin de cruzar el desierto de los límites aceptados, obviar la perfección tentadora de la idealización lineal para volar en pensamientos concéntricos.

Con frecuencia se le ve andar por llanuras inhóspitas, por la existencia construida con el solo barro y la sola piedra, sin más poses literarias que la propia incapacidad para entender el misterio. Se le ve en la aceptada torpeza al tratar de encauzar las patrias y las fronteras, los interiores yermos, los cableados que le unen a lo vivo y las relaciones.

Cree que Truman Capote y Arrabal han girado sin cesar, desistiendo de los plásticos, y Almudena Grandes, entre la inocencia tambaleante y las cuadraturas del comercio.

Asegura que las páginas en blanco, para elevarse a texto, necesitan de una clase de abstinencia jamás hollada por sendas ni caminos o conciertos de voces familiares.

Y entonces descubre su secreto y le brillan los ojos: Por eso escribe, la aridez está en su interior y acumula sinsentidos hasta que se le obstruye el entendimiento.

¿Cree que tiene que ver esto con la sal de la vida? ¿Cree que debe adaptar el misterio a sus ruinas interiores?






ÚLTIMA PROFECÍA

Leí en un libro, que no era de Monterroso, que está próximo el salto de evolución de este planeta y que, a consecuencia de ello, vamos a recibir tal oleada de Energía que se nos alterarán la memoria y el sueño.

Yo supongo que esto tiene que ver con los concilios de las iglesias que se alían con el estado, pues mantienen escrito que se marcarán con la figura de un zorro en la frente y que se dislocarán las piernas a quienes abandonen el cuerpo y se eleven a otra dimensión.






LA VISITA

Era media tarde cuando llamaron a la puerta. Se levantó del sillón destinado habitualmente a las visitas, en el que precisamente colocaba bajo el cojín uno de esos saquitos de hacer pedos, le quitó un poco de voz a la tele y dejó el ganchillo bien puesto para que no se deshiciera la labor.

Encarna entreabrió, antes de quitar la cadena, para ver quién era. Y quien era le sorprendió. Nunca había recibido la visita de aquella mujer, la sanadora, y tampoco nunca llegó a imaginar que tuviera la valentía de tocar a su puerta dados los conflictos indirectos que había tenido con ella.

En los pocos segundos transcurridos entre que la vio y entre que le abrió, Encarna revivió las disputas que había tenido con su marido y con una de sus hijas por no estar de acuerdo con ellos en que le pidieran consejo. Habían sufrido peleas verbales, desplantes y violentos portazos con frecuencia en los pocos años que la sanadora llevaba en el barrio. Y esa mujer estaba esperando en la puerta dos días después de morir Pedro.

Pero sacando la cadena y abriendo se sorprendió mucho más. La sanadora no estaba sola, le acompañaba una mujer joven.

-Buenas tardes –le dijo con aplomo y suavidad- Perdone que le molestemos. Yo sé que usted preferiría no hablar conmigo pero, por el bien de su familia, tenemos algo muy urgente que decirle.

Encarna, sin decir nada, muda de asombro por la inesperada situación, terminó de abrir la hoja de la puerta y dio unos pasos hacia atrás indicando con un movimiento de su mano derecha, abierta a la altura de la cintura, que pasaran. Cuando observó a la mujer más joven en un ademán de sentarse en el sofá que tenía en el salón de entrada, les pidió que pasaran a la salita, que allí iban a estar cómodas, no sin antes comprobar de reojo que el saquito estaba en su lugar, fuera de los sillones, lejos de buscar la sorpresa de la persona que se sentara encima.

-Usted no cree en estas cosas, pero Gracia, esta mujer que viene conmigo, tiene algo muy importante para usted –dominó la sanadora, mientras se acomodaba, la palpable tensión de Encarna.

Las tres mujeres, sentadas alrededor de la mesa, sin prestar ninguna atención a la tele, se miraron a los ojos. Gracia estaba tranquila, la sanadora dirigía la situación y María, sin más remedio, estaba a la espera de que algo ocurriera.

-Por muy extraño que pueda parecerle he conocido a Gracia hace solo unos momentos, que se ha presentado en mi casa para pedirme que le acompañara a visitarla a usted. Y aquí estamos –terminó respirando hondo.

Encarna no terminó de salir de su asombro, una sorpresa le llevaba a otra y estaba inquieta, angustiada.

-¡Me hizo prometerle que no dejara de ver la televisión! ¡Que la tuviera encendida aunque no la mirara! –sollozó para comenzar un llanto quedo, resignado, apenas sin lágrimas.

-Sí, Encarna, Pedro era una persona muy vital. Y estaba muy conectado a la energía –le susurró la sanadora mientras se le acercaba, la abrazaba y le secaba con los dedos las dos lágrimas que le recorrían la cara.

-Yo nunca he conocido a su marido, pero él me ha hablado y me ha dicho que venga a verla. Quiere que usted y sus hijas sepan que se encuentra bien, que ya no sufre, que está perfectamente.

Al oír aquellas palabras María abandonó su estado de atención y se derrumbó en el mismo llanto desesperado que le comenzó hacía dos días en el momento que su marido, Pedro, falleció.

Al oír el llanto desolado acudieron sus tres hijas, que habían decidido quedarse unos días con ella para ayudarle en la amarga experiencia que estaba viviendo.

-¡Mamá! ¡Mamá…!

Hubo un momento en que nadie habló. Tampoco se presentaron quienes no se conocían ni se saludaron las ya conocidas. Las seis mujeres respiraban al unísono, en silencio, mientras en la tele una conocida y hermosa actriz de telenovelas gritaba a su amante.

-Lo traigo escrito…

La sugerencia de Gracia, dicha sin querer, resonó en todas como si esas palabras las hubiera sacado de un sueño. Se quedaron mirándole fijamente, con entrega, mientras, relajadas, unas se secaban las lágrimas, otras se atusaban el pelo y todas se acomodaban en las sillas en torno a la mesa cerrando un patente círculo humano.

-Está atormentado por vuestro dolor y vuestro llanto. Me envía a deciros que está en una dimensión pura de luz y amor. Quiere que sepáis que esa dimensión es el verdadero hogar de todas las personas y que allí os encontraréis con él cuando llegue su momento.

Gracia tragó saliva atenta a las reacciones de las mujeres.

-Pero también quiere que sepáis que el único inconveniente que tiene es precisamente vuestro dolor. Os pide que aceptéis que ya no esté en cuerpo físico con vosotras. Dice que sigue teniendo un cuerpo, muy leve y transparente, pero que vuestra angustia le retiene en este plano, al que ya no pertenece.

Encarna y sus hijas estaban alucinadas. Ni pensaban, ni creían ni dejaban de creer. Simplemente se hallaban inmersas en una especie de sueño, de flotar, que les hacía creer que la muerte del padre y marido, el velatorio y la ceremonia de incineración era todo una ficción. Y ahora esto, dos mujeres que venían a decirles ante sus propias narices que no pasaba nada, que Pedro estaba encantado.

-Me dictó una carta que os voy a leer: Soy Pedro y deseo que mi familia sepa que estoy en la más absoluta paz y que necesito que dejen de sufrir y de llorar por mí pues ahora es cuando estoy realmente bien, sin ataduras físicas.

Encarna apartó la vista del papel que Gracia tenía entre las manos y tragó saliva, absorta por un momento en la foto de casados que colgaba en la salita, junto a la de boda de su hijo mayor, y suspiró.

-A mi mujer, Encarna, le transmito que siga su vida, que ella tiene un camino por recorrer todavía largo y que se esfuerce en que toda la familia me envíe amor y paz para que mi espíritu pueda elevarse de las ataduras materiales.

Gracia dejó de leer por un momento y tomó aire mientras observaba a las mujeres, que le oían impávidas. La sanadora, a su lado, tenía los ojos cerrados y estaba centrada en respirar tranquilamente. Rosalía y Mary la miraban expectantes, Encarna y Eva lloraban en silencio.

-Deseo que toda mi familia se reúna para que mediten en grupo pensando que estoy vivo, más vivo que antes. Esto es lo mejor que pueden hacer por mí. La vida es solo un paso en la existencia y yo no he muerto, ninguna persona muere, solo el cuerpo.

La suave voz de Gracia resonaba en el interior de las mujeres con una fuerza primaria, honda, reconocida y sabida.

-De todas mis hijas mi Rosalía y mi Mary son las que más creen en esto. Dirígete a ellas para entregarles mi comunicado.

Rosalía, hija, deja de preocuparte demasiado por poseer bienes terrenales y no sufras cuando tengas que dejarlos. Yo sé todo lo que sufriste mientras te hacías la casa y los problemas que has tenido con tu pareja por causa de tu suegra. Ya sabemos cómo ella es y ha sido, así que no dejes que su actitud te influya en tu vida interna, aprende a ignorar sus malos deseos y entiéndelos en tu mente como que son una petición de amor. La pobre pide amor así porque no sabe hacerlo de otra manera.

Gracia leía pausada, lentamente, dejando que las palabras calaran.

-Para mi Mary. Nena no sufras por no tener hijos. Todas las personas tenemos un camino que recorrer y tú también tienes el tuyo pero ahí, por lo menos de momento, no están incluidos los niños, quizá algún día puedas… ¿quién sabe? Yo sé que tú crees en la vida del espíritu y por eso te digo que aunque tengas dudas debes de trabajarte en el plano espiritual para tu propia evolución. Yo desde aquí veo a todo lo vivo y a todas las personas con una claridad que no tiene límite… Todo es una luz permanente.

Eva, presintiendo que llegaba el turno para su mensaje, se estremeció en un intenso escalofrío.

-Eva, tú eres la más escéptica de todas pero en el fondo estás inquieta, te haces preguntas y no hallas respuestas. Yo estoy viendo aquí que las respuestas están dentro de ti y que solo tienes que aprender a escuchar la voz de tu conciencia.

Y Eva se echó a llorar desconsoladamente, sin alardes trágicos, en un río imparable de lágrimas, cuando recibió tan hondo en su ser el mensaje que le envió su padre. Había sido la única que no lloró durante esos dos días de muerte, velatorio y pésames. Quiso levantarse para salir de aquella habitación cargada de emociones, pero la sanadora la sujetó suavemente y le pidió con un gesto suplicante que se quedase.

-Ahora estoy viendo lo que ha sido mi vida a través de la experiencia de dejar el cuerpo físico y valorando en todo su peso la afortunada misión a la que todas las personas hemos sido convocadas para desarrollar en la tierra.

Unos seres de luz me han guiado hasta Gracia para que pudiera deciros lo que necesitaba comunicaros. Ya sé que dudaréis de ella, pero ella alberga el tesoro de saber conscientemente que es un mero instrumento al servicio de la energía.

Vosotras sabéis que yo no creía demasiado en las cosas del espíritu pero tengo que reconocer lo equivocado que estaba al respecto. Aquí hay muchos seres que me están ayudando a aceptar mi situación actual y que también nos ayudan durante cada momento mientras tenemos presencia física. Ahora entiendo perfectamente que el respeto y la cooperación son los dos ejes fundamentales para la evolución de la conciencia en las personas.

Siento que he vuelto al seno de donde un día partí para vivir físicamente. Aquí se vive una fuerza infinita de luz, llena de amor, que lo inunda todo. Tengo un cuerpo parecido al físico pero es más sutil, menos denso; puedo moverme muy fácilmente de un sitio a otro.
Eva lloró en silencio. La sanadora se levantó y apagó la tele. Gracia pidió un vaso de agua, que le sirvió Rosalía. Mary y Encarna, abrazadas, saltadas las lágrimas, se consolaban.

-Encarna, esposa mía, te agradezco todo lo bien que te has portado conmigo toda la vida y, sobre todo, estos últimos años, que ha sido cuando más te he necesitado. Deseo que sepas que mi amor por ti continua, es eterno, y que nos volveremos a ver cuando seas tú la que dejes la vida física en su momento. Ahora piensa que tienes que vivir por tus hijas y tus nietas y nietos y que has de darles todo tu amor y apoyo. Necesitan de tus consejos y de tu experiencia. Recomiéndales que se unan más aún en el amor puro y sincero que emana de todos los corazones por encima de cualquier diferencia.

Perdóname lo refunfuñón que he sido, y en estos últimos años más todavía. Siento que no te he dejado mucho tiempo para ti y te agradezco la dedicación que has tenido para conmigo. Y siempre te querré.

No os olvidaré. Siempre estaré con vosotras, aunque me encuentre en otra dimensión. Sólo pensad en el Amor, así con mayúscula.

Gracia dobló el papel y lo dejó sobre la mesa.






ÚLTIMA RECOMENDACIÓN

Vivió allí toda su vida, conocía ese camino, sabía exactamente dónde acababa. Y no quería estar allí.

Cuando transitó por la exuberancia de lo real bebió mucha agua, evitó la cólera, todo aquello que le entristecía y bailó sin parar día y noche.

Entonces, le pusieron sobre la cabeza una corona de pajas y hojas, espolvoreada con azufre, y le ataron al tronco de un árbol para quemarle.






CARTA DE AMOR

Aquella madrugada despertó de pronto cuando apareció en su mente, otra vez, esa frase maldita escrita con fuego que la desesperaba “El sexo es el comienzo y la continuidad en la cadena del dolor”.

Otra vez salió de su casa y se acercó a la playa, desesperada, explotándole la cabeza por esa idea que, sin saber de dónde salía, siempre se le repetía “O te hundes para siempre en el nombre de tu descendencia o te ahogas en el cráter sin fondo de la libido”.

Anticlea, por vez primera, no entró en la mar para reunirse con su hijo, sino que se quedó bailando en la orilla.






EL MÁXIMO SERVICIO

Cogió un vasito pequeño y le puso un poco de agua mineral, pensando en que le gustaría realmente saber lo que es este mundo.

Calentó el agua ligeramente en el microondas y le añadió papilla en polvo hasta que la mezcla quedó con textura de yogur, mientras se preguntaba que cómo diferenciaría al mundo de los sueños del real si estuviese soñando y no tuviese la posibilidad de despertar.

Medio llenó un cazo con agua del grifo y lo calentó sobre la placa para poner el vasito al baño maría, cuando llamaron a la puerta.

Urgentemente tuvo que salir para entender la diferencia entre conocer el camino y entre andar el camino.






EL POETA Y LA NINFA

Bostezó, se restregó los ojos con una mano mientras con la otra sostenía el bolígrafo, escribió un verso, se rascó la cabeza y recordó que tenía que destetar a su ninfa. No podía cortar de golpe, pues le ocasionaría un trauma y entraba en lo posible que muriera por sentirse abandonada.

Dejó el boli sobre la hoja, salió al jardín, observó las flores y decidió beber champán. Tiene que ser de forma progresiva, hasta que coma bien sola y no necesite papilla extra.

Al poeta le surgieron imágenes de la única vez que vio la película Couch y sonrió.






AMOR DE MADRE

A una mujer se le murió un hijo pequeño que todavía no había cumplido los tres años, pero ella no pudo aceptar aquello y entró en una depresión, se pasaba los días llorando y llorando, únicamente salía de la cama para empapillar de mala gana los agapornis que le regaló el psicólogo de la Seguridad Social.

Así pasó casi un año, hasta que un día tuvo una visión, un hombre, bien parecido, de mucha luz, con barba, vestido con una túnica, que le preguntó:

-¿Quieres ver a tu hijo?

Ella, asombrada de ver aquel ser a los pies de su cama, una imponente presencia que le recordaba a los generadores eólicos, sin habla, movió la cabeza en señal afirmativa.

-¿Pero tú estás segura de que reconocerás a tu propio hijo?

A ella esa duda le comió la moral y gritó desesperada que sí, que era su hijo, que nunca lo olvidaría.

Entonces, a un movimiento de su mano, el hombre hizo salir como de la pared a tres hombres transparentes que cruzaron la habitación, parecía que iban andando por un campo de placas solares, y se fueron por la pared opuesta: El primero era un adolescente con una corona de pequeñas rosas sobre la cabeza que llenó la estancia de un exquisito perfume, el segundo era un hombre muy feliz y contento con apariencia de estar en los treinta y el tercero un señor muy mayor con largas barbas que caminaba muy despacio y agachado porque llevaba un enorme cántaro sobre su espalda.

-¿Has conocido a tu hijo?

Ella tenía la cara desencajada y un escalofrío le recorría el cuerpo. Se había quedado sin respiración, pero volvió en sí al oír aquella pregunta y respondió:

-No, no. Entre esas personas no estaba mi hijo.

Pero el hombre le contradijo, respiró como si se contrajera la galaxia NGC 1566, y le dijo que sí, que uno de ellos era su hijo.

-¿Te has dado cuenta del hombre que iba con el cántaro?

-Sí…

-Pues ese era tu hijo. No le has reconocido porque con ese cántaro ha ido recogiendo todas las lágrimas que tú has derramado por él. Por ti ha sufrido mucho y por eso ha envejecido tanto.

La mujer se levantó del sofá, desconectó la estufa, apagó la tele y se acostó.






LA DEBIDA PERSPECTIVA

Ella tiene la mirada de una persona que ve porque espera despertar. Al supermercado, después de comprar una pequeña jeringa en la farmacia, se dirige alegre, como si el tiempo jugara a su favor.

Pero en la calle encuentra a una antigua amiga y se van a tomar un café. Mientras tanto, la mujer va pensando que no puede llenar la jeringa del todo con la papilla, pues se enfriaría. Tendrá que ir controlando la temperatura. Calentita, pero que no queme.

Y mientras su amiga le cuenta la extrañeza de encontrar frecuentemente en su ordenador, dirigida a ella, la frase Wake up, Marta, supone que en cada toma tendría que darle unos diez milímetros.

De pronto, Marta se iluminó como si fuera un sol. Del cuerpo le salían tenues rayos dorados y sus leves movimientos se sucedían con el efecto de un imperceptible movimiento retardado, como si su imagen hubiera sido rodada a veinticuatro imágenes por segundo y proyectada a dieciséis.






TU HUSKY, LA FRIALDAD Y TÚ

Consideraba que él seguía siendo eslabón en la cadena, simplemente reproduciendo el rol que recibió en su infancia, necesitado de melodrama para creer en la vida.

Él le reprochaba ser un monólogo con piernas, útil, eso sí, a la compañía telefónica.

Ella le razonaba que no tenía necesidad de cambiar de amistades porque simplemente no tenía ninguna. Y le echaba en cara que bastante tenía con su ex, constantemente sacándolo de su vida y él que no se iba.

Él se masturbaba durante la madrugada ante las imágenes del youtube y se quejaba de que nadie le comprendía.

Ella le observaba apretar la cadena al cuello de quien se le acercaba para obtener más eslabones que apoyaran su dolor.

Él le subía el volumen a la tele para imponer el silencio como un grito.

Ridiculizas a quien se te acerca para creer que sobresales, sí. La husky con la que duermes no puede pasar sin ti. No la sacrifiques. Abrazála en la madrugada. Tu husky te quiere más que la distante pantalla de tu portátil y cuando más muerde más quiérela, así evitas darte.

Refugio de lejanía, de soledad, así te anclas extremo de la cadena, así latigas y tienes excusa para gritar abandono, indiferencia, rabia y el dolor, ese, que te hace fumar con avaricia, alcoholizarte por chulería hasta ganarte a pulso verte en la puta calle, sin casa, sin dinero, sin nadie que te acoja. Y la husky en la protectora.






EL PRIVILEGIO DEL DEBIDO LUGAR

Para aquel millonario nunca supuso un problema su afición por las copias de obras maestras de la pintura.

Mantuvo una constante obsesión por el Nude descending a staircase durante décadas y encargó copias y versiones del cuadro, nunca expuestas públicamente, nunca reproducidas, a las más reconocidas firmas de todas las artes de su época.

Fue proverbial su precaución para no manchar nada mientras le daba la comida. Preparó para cada toma suficientes pañuelos de papel con los que limpiarse los dedos y evitar que le chorreara la papilla a la ninfa.

Era experto en lo que parece, pero que no lo es.






LA MIRADA

Aquella mañana ya estaba bien avanzada y Pedro tenía ganas de acabar el trabajo. Al salir el sol se había puesto a coger calabacinos y ahora subía las cajas en el carro para cargarlas en la furgoneta.

El invernadero, de tipo parral y de techo bajo, era en aquellos momentos una sauna. Trabajaba con el torso desnudo y una cinta en la cabeza que le empapara el sudor.

Ese bancal le gustaba porque dentro, junto a la puerta, había un pequeño grupo de naranjos y limoneros, resto de la antigua finca cuando aún se cultivaba al aire libre.

Empezó a cargar las cajas desde el fondo e iba empujando con esfuerzo el carro, ya por la mitad del pasillo, cuando miró hacia adelante y vio a un hombre de cuerpo transparente, que de cintura para abajo tenía un remolino, salir desde el bancal de al lado dirigiéndose a los naranjos, volver la cabeza y mirarle directamente a los ojos cuando estaba a su altura y desaparecer inmediatamente entre los árboles.

Pedro frenó tan en seco que estuvieron a punto de caerse las cajas de colmo.






LA NINFA DIGNA DE SER AMADA

Cuando miró al cielo y lo vio lleno de colores brillantes estaba pensando en la cantidad de tomas de papilla que tenía que darle a la ninfa.

Preparó algo de ropa y una pequeña mochila con comida. Le habían aconsejado, con máxima importancia, que para darle la siguiente debería haber digerido la anterior.

Enrolló la hamaca, la ató a la mochila y se dirigió a la montaña a pasar unos días, consciente de lo crucial de la fotosíntesis para la existencia de tipos de vida compleja.






DECONSTRUCCIÓN

¿Recuerdas? Hazlo. Piensa con enormes letras bailando en tu mente: Yo confieso. Mírate en la infancia. Tu madre era la mujer que lo sabía todo, tu padre el hombre que sabía demasiado y a ti te daba vértigo asomarte al mundo adulto porque no entendías nada.

Te sentías culpable, en falso, pero creyendo que el mundo giraba a tu alrededor y que todos los males procedían de ti, de tus errores, de tus ganas de vivir a boca llena. Eso te creó la sombra de una duda que te persiguió hasta que te decidiste por el ayuno, la meditación zen y los retiros de silencio.

Te creías un teatro donde vivías verdadero pánico en la escena. Huías de ti tanto como si te hubieran querido atrapar por robar la existencia. Pero llevabas la vida en los talones y creciste. Te lanzaste de cabeza al ardor de las hormonas para asomarte a la ventana indiscreta de la pasión. Incluso con el peso demoníaco de la religión paralizante te subiste al tren de la vida, lleno de gente extraña, hasta que tu propia trama vital te reconvirtió en otro extraño ser más. Cuando así te reconociste de pleno tenías ilusión por vivir. ¿Recuerdas?

La primera vez que te metieron mano. El primer amor. La primera pareja. El primer compromiso formal de vida en común para siempre. El sabotaje cotidiano. Los muebles rasgados. La soga que estrecha. El naufragio emocional abocado a urgente separación del amor para toda la vida.

Ahora te limpias de la contaminación acumulada en los resortes de tu ser. Desconectas de tu descendencia, de tu ascendencia. De las amistades. Del trabajo. Tu ilusión por vivir en pareja se ha quedado en ilusión por vivir, sin más, ya que en cada encuentro está la vida.






EXPRESIÓN DE AMOR

Le dio la papilla. Limpió la jeringa, primero con agua y, después, sumergiéndola en el cazo que usó para el baño maría hasta que hirvió.

Mató gérmenes y bacterias. Sintió un beso dulce que le estremeció toda la piel cuando llamaron.

Al abrir la puerta, una mujer transparente, vestida de negro, sobre los ochenta años, le dio tres semillas de judías haciéndole prometer que las sembraría y que las volvería a sembrar cosecha tras cosecha.

Estaba aquella mujer desapareciendo cuando reaccionó y comenzó a repetir “sí, sí, sí”. Aún de pie bajo la puerta, le embriagó un suave aroma a incienso natural, oyó una melodía de cuencos tibetanos.






TUS ALAS ESCONDIDAS

Tus cadenas están sueltas. Te desprendes de ellas solo con desearlo. La puerta de la prisión que tú inventaste está abierta.

LA VIOLENCIA ES UNA DEGENERACIÓN DEL CONCEPTO DE CASTIGO…

Puedes irte en cualquier momento. Puedes tumbarte a que pase tu existencia como si fuera tiempo.

… QUE NACE CUANDO LA INTELIGENCIA ALCANZA UN DETERMINADO NIVEL.

Nada te retiene. Tu deseo de permanecer te mantiene entre los barrotes de la angustia, en lo que parece que ocurre ante tus ojos.

Entendió que lo único que era capaz de ver eran los pensamientos que tenía acerca de sí y pidió cita con el mismo psicólogo de la Seguridad Social que le había regalado un agapornis a su vecina.






MECANISMO

Lógicamente, limpió constantemente a la ninfa para evitar la propagación de hongos.

Para cuando aquellos tres gorriones revolotearon durante horas sobre el sofá de su salita, ya había decidido dedicarse plenamente a la meditación zen.

Nunca más vio la tele. No leyó más prensa. Miraba cada día al cielo y no huyó cuando lo vio en un baile de fotones y colores iridiscentes.

Luego, no ocurrió nada.






WELCOME TO THE REAL WORD

De un taller de narrativa surgió un proyecto literario. Crearon un grupo de correo.

En la presentación del primer libro colectivo hablaron de vía de comunicación, casi como un sueño, de experiencia abierta. Y justo antes de salir el segundo, un año después, dado el reinante grado de confusión y descontrol, un mayoritario grupo de participantes decidió establecer orden, razón y cordura.

De este modo, en uso de las atribuciones que les otorgaban los estatutos recién adoptados por la asociación creada al efecto, eliminaron el absurdo, el pensamiento erróneo y la estupidez.

En un plazo de veinte días aplicaron las medidas necesarias para velar ardientemente por el buen nombre y el correcto uso de los intereses colectivos.

De las dos maneras corrías un riesgo. Tú decidiste. Y recuerda que lo único que te ofrecí fue la verdad. Nada más.






CONCIENCIA INTERNA

Supo que tenía que preparar la habitación echando sobre el suelo viruta de madera, nunca serrín, o poniendo papel de cocina, de ese que va en rollo, o servilletas. Fuera como fuere, tendría que ir renovando el material absorbente varias veces al día porque la ninfa va haciendo cacas y hay que evitar que enferme con sus propios excrementos.

Se sirvió coca cola sin hielo y con varias rodajas de limón mientras observaba la reproducción de Oferta con rojo colgada en una pared de su cocina.






CHOCHOS DE GOOGLE

Escribes lo que escribes porque te da la gana. Vas bien. Escribes en plan borrador, como sabes. Dictas tu propia vida entre líneas: Moños de versos por el suelo del cuarto de baño, fragmentos narrativos pegados en las paredes, potaje de tu voz repitiendo las mismas historias, manchas declamadas por todos lados a la espera del amoniaco y del friegasuelos orlo a pino.

Día y noche aporreas las teclas del ordenador hasta que consigues traducir tu mala leche, tu pelea a cornazos con el mundo, al catorce arial. ¡A ver si así conoces, filtras, entiendes algo! Que ya, que escribir es una terapia, pero qué asco cuando me pones delante tus dinacuatros ilegibles.

¿Lo has pensado? Para curar tus males lo mismo te vendría bien colgar el ordenador del techo a modo de saco de boxeo y liarte a darle estacazos hasta que depures la sangre y así por lo menos las demás personas no sufrimos daños colaterales. ¡Que ya está bien! ¡Que estamos hasta las orejas de tus inacabables monólogos, joder! Por lo menos publica algo y así poder limpiarnos el aura pisoteando tus libros hermosamente dedicados.

Como lo de los pelos ya está más que pasado, para tus pajas diarias, una por la noche una por la mañana, bien puedes emplear tu tiempo, solo, únicamente, en ampliar tu colección de fotos de chochos que buscas en google.

Yo sí sé por qué estás aquí. Sé por qué no duermes.






NINFA CON POETA APASIONADO

Aquel poeta situó a su ninfa en un lugar calentito. La rodeó de estufas con termostatos. Desde el principio mantuvo la temperatura a veinticinco grados y luego la bajó, poco a poco, a medida que crecía, hasta llegar a los veintiuno.

Para mantenerla en un ambiente ideal también le dio humedad colocando un recipiente con agua en la habitación.

Cuando llamaron al timbre de su casa pudo ver que allí fuera llevaban mucho tiempo observando.






ELECCIÓN DE NINFA

Sacó del limbo a la primera ninfa que alimentó con papilla.

A él le daba pánico. Ella tenía miedo.

Se encontró con el problema de que ella no quería abrir la boca para comer con la jeringa, por lo que la alimentó con sonda.

Lo pasó francamente mal. Cada vez que se la metía pensaba que la había ahogado.

Años después se descubrió algo que nunca nadie supo en el barrio, que se acurrucaban en el sofá admirando límpidas reproducciones de las obras de Joan Miró.






EL TALLER LITERARIO

De un taller de narrativa surgió un proyecto literario. Crearon un grupo de correo.

En la presentación del primer libro colectivo hablaron de vía de comunicación, de experiencia abierta, casi como un sueño, y justo antes de salir el segundo, un año después, apreciando la propia generosidad, una parte se subdividió otorgándose el poder de ser excluyentes o no.

Después pensaron que la división no aportó ventajas y que sí generó un alto grado de confusión y descontrol.

Así que, volviendo a pensar, decidieron corregirse apoyándose en las leyes reductoras que el colectivo divisionario se inventó.

De este modo, en uso de las atribuciones que mismamente se otorgaron, propusieron la radical eliminación de la libertad de acceso, aduciendo, lógicamente, que para pertenecer a la corporación del pensamiento único propuesto, en alguna de las diferentes modalidades ofrecidas, se debía de estar de acuerdo en la personal estupidez.

El procedimiento a seguir fue abrir un plazo de veinte días para aplicar la medida restrictiva, ardientemente velando por el buen nombre del garrulerismo cateto propio de la estrechez de miras.

De las dos maneras corrías un riesgo. Tú decidiste. Y recuerda que lo único que te ofrecí fue la verdad. Nada más.






EPÍLOGO

Realmente viven mal. Ella, desesperada. Él, ya oliendo a muerto.

Ella solamente llora. A él le da por estar siempre enfadado y por el sexo en todas las formas que jamás imaginó.

Ella sale del agujero con la meditación y creándose una realidad apacible allí donde antes veía un infierno. A él hoy lo meten en otro. Murió ayer.






EPÍLOGO II

Hoy me siento bien, una Shua o un Monterroso, estoy terminando esta línea.


















































Ciertos personajes se han jactado de visitar el mundo de los muertos. No necesito demostrar que esto es imposible: los muertos no viven todos juntos. En cambio, existe un mundo intermedio en el que nuestros muertos propios nos visitan. Llamarlos es inútil. Vienen a vernos cuando quieren y, lo que es peor, como quieren.


ANA MARÍA SHUA